jueves, 2 de enero de 2014

¡Año Nuevo!, sin el Feliz

Día 2 de enero. Ya he despedido sin mucha euforia el año 2013 y dado la bienvenida al 2014, aunque éste no me haya puesto muy buena cara. Puedo afirmar desde el día de hoy que para mi augura ser más tormentoso que el anterior, es decir, que va a ser una mierda de año.
Llegado un momento de mi vida entre la espada y la pared, en el que ni me han dado vela en entierro alguno, ni tengo sustento propio ni elección propia, pero aún así veo legítimos mi palabra, mi voluntad y mi paz interior, llegado este momento, no tengo escapatoria, ni vía de escape, ni solución, ni felicidad.
Día a día están apagando mi llama, mi innato entusiasmo, mis ganas conciliadoras... sustituyéndolo por angustia, encarcelamiento mental, y más angustia. Mi malestar no es causado por factores externos, como los bancos e incluso mi propia situación de desempleo; no, es una represión verbal y sentimental, una presión que crece en mi pecho la cual me provoca ansiedad, amargura e impotencia...
Siento negro mi corazón, siento que está envenenándose, siento brotes de odio a quienes debería amar, venganza, y mucho pero que mucho resentimiento. Resentimiento por sacar lo peor de mi. Creía que quien te ama te hace ser mejor persona, qué ironía, cuando mi persona me la he creado yo misma bajo las adversidades; intento ser amable, responsable, educada, obediente, comprensiva, no tener vicios, me sacrifico y perdono, pero he de decir que me lo ponen difícil. Si por ellos fuera sería todo rencor, intransigencia y conflicto. Suena mal, pero si tengo defectos, son aprendidos o provocados: mis problemas nerviosos, mis depresiones camufladas, las barreras contra mis caprichos, mis castigos impuestos cuando me equivoco, mi dificultad comunicativa que hace que me trague todo los problemas... no sé expresar cariño o agradecimiento porque estoy cohibida, y punto. No sé expresar cabreo porque no me respetan. Soy una maldita pasiva.
Estoy atrapada y nadie me puede liberar, ni si quiera mis huidas fuera del país... porque lo llevo dentro. Han hecho brotar una culpabilidad tan resistente que tan solo mi miseria la atenúa.
Mi casa no es mi hogar, mis padres no son mi modelo de vida, a mis amigos no les doy la oportunidad de ser mis pilares y mi pareja no termina de ser mi cómplice. Lo peor de todo es que yo puedo llegar a ser mi propia enemiga. Sin embargo tengo que vivir en mi casa y soportar a todos ellos, incluido a mi.
Mañana será mi cumpleaños, y no veas que ilusión. Sonreiré para las fotos para variar.