miércoles, 20 de marzo de 2013

Gretel

Sin saber si lo merezco o no, el temor acontece en mí, y me da por pensar que osaría ser una bandida que vigila a su orgullosa víctima desde las copas de los árboles, aunque otras veces preferiría convertirme en una especie de sheriff justiciera que con valor acudiera a los dictámenes de mi  corazón. Déjalo, Arlequín, siempre seré mi propia antagonista. Hoy por hoy me siento Gretel, tan abandonada por los míos, tan insignificante como una niña golosa, y tan desesperada por escapar de esta dulce morada. Sí, a partir de hoy, en esta realidad mía dejaré de ser un arlequín para empezar a llamarme Gretel. Es de locos, pero presencié el final de Arlequín antes que nadie mirando a los ojos de la bruja ciega, así como lo es también la amistad hasta que arde en el horno del descuido. Mi esperanza por recuperarla de entre sus cenizas se deshoja día a día tal que una rosa hechizada. No te engañes, Gretel, la amistad puede ser una de las más poderosas magias, manteniéndonos en un reino donde no faltan las perdices en el menú del día, mas nunca será un fénix. La amistad tiene destinos varios, pero la que gocé durante años cumplió su cometido mientras fue fuerte, colmada de mimos o apreciada como si de un corazón en un cofre se tratase. En cambio, dentro de poco será una manzana podrida, envenenada por la dejadez, perderemos el valor de luchar por ella, y ni un beso de amistad verdadera podrá despertarla. Porque es como una débil llama que una vez extinguida es imposible reanimarla. Mi consuelo es la dicha de haber encontrado a mi príncipe de ojos azules. No culpo a los que fuimos siete enanos simplemente porque crecimos, pues empezaremos a hilar oro en otras tierras, olvidándonos poco a poco como los niños van dejando de creer en los cuentos de hadas… Aguarda Gretel, pues no existen villanos o madrastras en mi realidad, tan solo permitidme presentir que a todas las hadas madrinas les serán robadas aquellas baritas que hicieron esta amistad la más bella que jamás haya compartido. Si poseyera un cuarto deseo, pediría que la mandaran al reino de Nunca Jamás, para que al menos se quedara congelada tal cual está y duerma mas no perezca.