martes, 21 de febrero de 2012

One day...


Because kindness keeps the world afloat

sábado, 4 de febrero de 2012

Ni cómo, ni cuándo, ni por qué

Aún no sé por qué he empezado pero puede que conforme mis pensamientos vayan desfilando sí sepa cómo terminar. Los conceptos de empezar y terminar no están muy claros, sin embargo nosotros los usamos con mucha convicción por nuestra necesidad (o manía) de cuantificar y ordenar los sucesos de nuestra vida.
¿Sabemos cuando algo empieza o termina?
No, ¿cómo íbamos a saber el momento exacto en el que la amistad termina y empieza el amor, en el que termina el amor y empieza el odio? Muchas veces, sin saber por qué, ese difuso momento en el que nos damos cuenta de que algo ha cambiado entre una persona y tú, puede llegar a ser impertinente.
Puede que un día veas a una persona “conocida” y esa vez lo hagas con otros ojos… y sin encontrar explicación, resulta ser la persona que te gustaría tener a tu lado. Ahí es cuando surge el miedo a conocer mejor a esa persona, a llegar a ser adicto a ella sin la voluntad suficiente para volver hacia atrás… a sufrir por ese nuevo sentimiento. No, el miedo llega después, cuando apenas hay solución, porque en ese momento todos somos viables a ese cambio. Lo más fascinante es que ese renacer de entre sus cenizas se ve claramente en la actitud de la persona: una mirada penetrante o una ráfaga de tímidos vistazos, y ya sabes que el cambio es mutuo. Si hay conversación, ésta se ralentiza dejando lugar a nuestro sexto sentido que lee las emociones escondidas tras la mirada. La verdad es que esta fase puede llegar a ser hasta enternecedora, pero eh ahí cuando ese sentimiento cuyo nacimiento fue tan bonito, se esfuma y no sabemos ni cómo, ni cuándo, ni por qué.
El día del fin suele ser inesperado, como si un toque de varita acabara con todo el encanto; si esa persona ha metido la pata, sentencia la muerte de lo que también era tuyo, pero al menos te encuentras con el consuelo de no haber sido el verdugo, ¡como si eso bastase para cubrir la profunda decepción que acude a ocupar el hueco que dejó! Te da rabia, luego pena, pero siempre sabes que existió y sin saber ni cómo, ni cuando, ni por qué, se alejó la amistad o el amor.
Yo no creo que las cosas que nacieron por algo, mueran así porque sí: las personas, las relaciones, los recuerdos… nada termina, solo se aleja lo suficiente para que no logres ver si está. Todo lo que se encuentra lejano respecto a nosotros se ve disminuido, con menos fuerza y nitidez, como las estrellas.
Todos hemos sentido esto… todo hemos encontrado una estrella especial entre un millón, nos hemos acercado a ella o ella a nosotros para sentir su calor hasta que un día la distancia se vuelve a alargar para terminar confundiéndola con el resto, dispersa por el firmamento, y sin brillar ni más ni menos que todas las demás.
Se perdió…