domingo, 21 de julio de 2013

¿Por cuál carta íbamos?

 (Exclusivo Baybars)

Sé por qué pasado un mes empiezo a ver películas sobre historias de amor y a escuchar en el mp4 mi álbum “lentas y baladas”, y es porque extrañarte me hace recordar lo mucho que te quiero. No es que me olvide de que te quiero ni tampoco que haga falta echarte de menos para saberlo, pero la distancia, y el tiempo también, se hacen pesados sin ti conmigo; no es que esté deseando vivir en Ciudad Real, pero sé que iré, tarde o temprano, a donde sea que tú te encuentres. Siempre había deseado que el hombre de mi vida acudiese a mí dejando todo atrás, un deseo bastante egoísta típico de película de Hollywood, pero desde ahora sé que el romanticismo para mí no es esperar a que me derritas con cartas sin contestación, amor pasivo o halagos no correspondidos, romanticismo es perder el egoísmo y el orgullo de camino a tu corazón, apostando por nuestro bienestar presente y futuro, no herirte y pensarte, pensarte mucho… porque sé qué tú también me piensas, de hecho me echas de menos y no me dejas nunca de querer. ¿Sabes porque sé todo esto? Bueno, primero porque no sabes disimular. Fuera de bromas, porque no solo me esperas sino que me recomiendas que me quede el tiempo que quiera si estoy contenta aquí, lo cual me hace pensar que estamos madurando más de lo que yo creía a largo de este año. Digo esto porque tengo que admitirte que hace un tiempo atrás, una idea crecía en mi mente… la de que estabas dejando que interponer mi felicidad a tus deseos, lo cual no es malo, pero de una forma a otra me entristecía por haber perdido tu adoración, ¡me tenías tan malcriada! Pero simplemente, cambiábamos a la par que el tiempo, como cuando cuidas con extrema delicadeza un nuevo regalo, pero luego parece que lo descuidas, aunque en realidad, con el paso del tiempo va cobrando un valor que lo hace irremplazable. Entonces, ¿podríamos decir que estamos acostumbrados el uno al otro? Sé que no es solo sea eso la causa de que te esté escribiendo a altas horas de la noche… si siento que me faltas es porque cada cosa que hago aquí me gustaría disfrutarla contigo. Cuando descubro un paraje digno de ser visto pienso que tendrías que estar allí, cuando paso por una cafetería, me entran ganas de entrar y pedir dos café con cuatro de azúcar, y cuando comparto la rutina de esta familia, no puedo evitar pensar que mi vida tan solo ha arrancado para comenzar un viaje que solo quiero hacer contigo, con todo lo que ello conlleva; entiendo la impaciencia de la que me hablabas, como que el curso de tu vida se está calando, aunque aún sigo dudando si piensas en plural o solo en tu “curriculum vitae”. No te culpo si es esto último, al fin y al cabo yo siempre te he dicho que “si tú no te preocupas por ti, no esperes que nadie lo haga”, pero sea lo que sea, solo espero acabar donde tu flecha apunte.
Ya que estoy, voy a añadir que me da rabia que me hagas pensar que sientes celos por mi “suerte” actual… por supuesto que no te mereces menos que yo, en cuanto a que tienes derecho de vivir independiente, viajar, y todo aquello que me dices que he hecho este año. Y como me daba rabia, nunca me he sabido explicar: eso de que “cada uno tiene lo que se merece” no es una verdad absoluta, pues creo que más bien trata sobre “timing”, algo así como determinación por hacer algo seguido de un salto a ciegas en el momento perfecto, es decir, tienes que tener la oportunidad pero también saber aprovecharla. He aprendido muchísimo, pero no sin esfuerzo. En segundo lugar, “a todos nos llega la hora, cada uno en su momento”, por eso te digo que no seas la liebre del cuento, sin la tortuga que va despacio pero sin pausas. Tengo algo miedo de que tantas ganas que tienes de vivir solo, que al final quieras hacerlo literalmente…
Aunque sé que solo es un temor infundado, porque como te he dicho, sé que nos queremos tanto que no es costumbre de estar juntos, son deseos de no separarnos, de convertirnos en los arquitectos de algo nuevo que sea nuestro. No hay nada malo en la rutina, lo que pasa es que la gente que se queja es porque ha caído una rutina que no le gusta. ¿Sabes por qué solía querer haber tenido una gemela? Por el simple hecho de vivir con una amiga. No te lo tomes a mal, pero creo que estamos a un trecho de saber comprendernos bien bien el uno al otro, sincronizarnos y tolerarnos, evitando discusiones tontas y comportamientos inmaduros, para que sea lo sea que construyamos sea sólido y placentero. Somos jóvenes, por lo que tendemos a pensar que podemos con todo, y que si surge un problema sabremos arreglarlo, sin embargo, no puedo negarte que algo ha cambiado en mí, quizás el hecho de conocer otra gente y contemplar otra vida, no sé, pero sé que por mi parte dedo templarme. Quiero hacerte feliz y que tú me hagas feliz, ya sea en una casaza con vistas al mar como en la que he estado esta tarde, como en un pisito en las afueras, de profesores o de “lo que vaya saliendo”, como tenga que ser, pero de una forma u otra te demostraré que Hoy querré estar contigo Mañana, amándote y siendo tu mejor amiga, ¿dispuesto?

No sé si me he explicado, aun así después de todo esto, me queda decirte que aunque no esté cuidando a mi herido de guerra, me preocupo por ti siempre; aunque no te llame todos los días, mis ganas por hablar contigo van en aumento; y que a pesar de que estoy disfrutando mi estancia aquí, te echo mucho en falta. Te amo, Rafa (siempre tuya).