lunes, 23 de enero de 2012

Golden rule


That which you yourself do not desire, do not do to others.

 Todos la conocemos, pero no todos la aplican... y conozco a un par de ellos, que saben muy bien quienes son.
Quizás necesitaba hacer esta entrada porque le debo una explicación a una amiga sobre por qué dije tal cosa a destiempo; o más bien porque prefiera hacerlo a la cara a la persona indicada en ese momento justo que no encuentro.
A lo mejor no debo entrometerme, pero los que me conocen sabrán que quien no es amigo de los que más quiero, se convierte en mi enemigo... y en este caso tengo más de una razón. Es una pena que la mala congeniedad desemboque en conflicto.
Sigo pensando lo mismo que antes: las humillaciones son propias de ruines, o como poco de inconscientes.
Mi fidelidad y también mi moralidad es posible que me traigan futuros problemas, pero sino, ¿qué sentido tienen los vínculos, la justicia y mi integridad personal?


Amiga, ya sé de sobra que la venganza se sirve fría, pero esa no es mi intención, tan solo la de proteger en lo que me concierne a quien creo que se lo merece, y si las circunstancias me lo permiten, la de pararle los pies al que 'Osa' no respetar la regla de oro.

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