Sin
saber si lo merezco o no, el temor acontece en mí, y me da por pensar que
osaría ser una bandida que vigila a su orgullosa víctima desde las copas de los
árboles, aunque otras veces preferiría convertirme en una especie de sheriff
justiciera que con valor acudiera a los dictámenes de mi corazón. Déjalo, Arlequín, siempre seré mi
propia antagonista. Hoy por hoy me siento Gretel, tan abandonada por los míos,
tan insignificante como una niña golosa, y tan desesperada por escapar de esta dulce
morada. Sí, a partir de hoy, en esta realidad mía dejaré de ser un arlequín
para empezar a llamarme Gretel. Es de locos, pero presencié el final de
Arlequín antes que nadie mirando a los ojos de la bruja ciega, así como lo es
también la amistad hasta que arde en el horno del descuido. Mi esperanza por
recuperarla de entre sus cenizas se deshoja día a día tal que una rosa hechizada.
No te engañes, Gretel, la amistad puede ser una de las más poderosas magias,
manteniéndonos en un reino donde no faltan las perdices en el menú del día, mas
nunca será un fénix. La amistad tiene destinos varios, pero la que gocé durante
años cumplió su cometido mientras fue fuerte, colmada de mimos o apreciada como
si de un corazón en un cofre se tratase. En cambio, dentro de poco será una manzana
podrida, envenenada por la dejadez, perderemos el valor de luchar por ella, y ni
un beso de amistad verdadera podrá despertarla. Porque es como una débil llama
que una vez extinguida es imposible reanimarla. Mi consuelo es la dicha de
haber encontrado a mi príncipe de ojos azules. No culpo a los que fuimos siete
enanos simplemente porque crecimos, pues empezaremos a hilar oro en otras
tierras, olvidándonos poco a poco como los niños van dejando de creer en los
cuentos de hadas… Aguarda Gretel, pues no existen villanos o madrastras en mi
realidad, tan solo permitidme presentir que a todas las hadas madrinas les
serán robadas aquellas baritas que hicieron esta amistad la más bella que jamás
haya compartido. Si poseyera un cuarto deseo, pediría que la mandaran al reino
de Nunca Jamás, para que al menos se quedara congelada tal cual está y duerma mas no perezca.
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