En un día de invierno enviaría mi cálido aliento
al muchacho que necesita mi calor en la noche
para que cure sus penas en este mal momento
y encienda la llama de sus manos y de su alma.
En un día de invierno entonaría un suave canto
que llegara al oído y corazón de ese muchacho
para que despejara los monstruos de su cuarto
y lo sustituyeran por dos caballeros guardianes.
En un día de invierno escribiría un corto cuento
que aliviara aquel dolor por echarme de menos
y sintiera mi presencia al menos por un minuto
que fuera como ángel diciendo 'cuanto te amo'.
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