Así se llamaba el extinguido blog que una vez abrí sin preguntarme a mí misma si quería que supiesen de mi día a día, aun así lo hice porque me hacía ilusión, y si algo te hace ilusión es que es una tontería, mas una tontería que tienes que realizar.
Sin embargo, la mayoría de las ilusiones no son demasiado longevas y acaban por terminar olvidadas en tu cajoncito de cosas que empezaste pero no terminaste.
En este caso, puede ser que quisiera recordar esta bonita etapa de mi vida a través de un blog cuya existencia fuera casi insospechada, o también puede ser que quisiera saber como expreso lo que experimento a diario; puede que hubiese una progresión, una madurez, o incluso un cambio radical del que me tuviese que percatar, ¡qué sé yo!
Lo que si está claro es que, si algo no da resultado, borrón y cuenta nueva. Me lo tenía que haber supuesto: nunca he querido que la gente supiera de mí, lo que realmente pienso, y menos todavía, mi vida privada. ¿Por qué esa vez tendría que haber sido diferente?

Pocos saben cómo soy, por muy bien dibujado que tengan su mapa mental sobre mí; pocos sospechan de mi relativo talento, a pesar de que estén convencidos de que no me entero de la misa la media. Todo eso puede ser. Yo hago que me da igual tal ignorancia, y es que tanta opinión gratuita sobre lo que desconocen se lleva mucho hoy en día, sobre todo en los que se piensan que por estar unas horitas juntos o compartir amistades están capacitados para evaluarme. Y yo hago que me da igual, repito; pero debo admitir que algo de rabia entra y se aloja en mi estómago. Como supongo que al igual que muchas personas, no puedo evitar el intentar caerle bien a la mayor gente posible, al menos de una forma pasable. Yo lo intento y si no sale, lo vuelvo a intentar una segunda vez, pero ya sabeis que a veces es inevitable: siempre le vas a caer peor a alguien por muy buena cara que pongas. Entonces tus esfuerzos no se ven recompesados, y sin comerlo ni benerlo, una “supspicious” actitud te planta cara. Vale, yo no te caigo bien y tú, simplemente no me caes, pero desde luego la opción de rebajarse está entre las últimas.
Cuantas cosas se hacen por amor, si la gente supiera…
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